Jueves, 6 de abril de 2023
Este año se celebra el centenario de la muerte del gran pintor valenciano Joaquín Sorolla. Es buen momento para recordar que
hace poco más de 110 años Sorolla estuvo pintando en Roncal, a finales de agosto de 1912; dejó
nuestro Concejo inmortalizado en el panel que sobre Navarra realizó para su inmensa obra “Visión de España”. Esta obra que le había encargado el hispanófilo y mecenas norteamericano Archer Milton Huntington” para la biblioteca de su
Hispanic Society de Nueva York; el pintor la realizó entre 1911 y 1919. Son en total
14 paneles sobre escenas populares españolas que miden en total
3 por 70 metros. En estos lienzos quiso recoger una panorámica general de costumbres españolas.
Nos parece oportuno recordar también cómo la figura y la memoria de nuestro gran roncalés Julián Gayarre animaron a Sorolla para que viniera a pintar al Roncal; influyó sin duda la fama del tenor que se mantenía intacta a los veinte años de su muerte. Y también influyeron para que el pintor realizara este viaje personas que habían estado tan ligadas al tenor como eran el gran escultor Mariano Benlliure, o los sobrinos de Gayarre, Fermina y Valentín, o su primo Gregorio Garjón.
Aunque todas esas influencias no hubieran sido suficientes si a Sorolla no le hubieran cautivado la belleza de nuestros paisajes, la verdad profunda de nuestras tradiciones, la personalidad de nuestros paisanos, la estética de nuestro trajes de los que compró varios ejemplares, ….
Las veces que mi mujer y yo contemplábamos la monumental obra de Sorolla “Visión de España”, tanto en la biblioteca de la Hispanic Society como en el Museo del Prado donde recibió casi medio millón de visitantes, siempre nos hicimos la misma pregunta: ¿quién le propuso, quién influyó en Sorolla para que fuera al Roncal e hiciera que nuestra pequeña aldea, sus habitantes y sus costumbres representara a Navarra en uno de los catorce lienzos monumentales que pintó para esa institución, en el titulado “Navarra. El Concejo del Roncal”?
Esta pregunta se la hacen y se la han hecho numerosas personas con gran autoridad y conocimientos: el catedrático de arte navarro
Javier Azanza, la conservadora del
Museo Sorolla Covadonga Pitarch, Fernando Hualde, Miguel Ángel Guelbenzu, …; todos ellos han documentado y analizado en profundidad esa estancia de Sorolla en el Roncal.
Se puede pensar que quizá el gran interés del pintor por los trajes regionales le llevó a fijarse en uno de los más antiguos de España, el del regidor o alcalde del Roncal.
Pero es evidente que lo que debió ser determinante para que Sorolla realizara este viaje fue su amistad con el escultor Mariano Benlliure.
Benlliure debió animarle a inmortalizar la aldea de este valle incrustado en los Pirineos con la pasión que él sentía por el Roncal desde hacía diez años; pues como dijo Cayetano Luca de Tena, “Por el valle del Roncal no se pasa, hay que ir”
La pasión de Benlliure por el Roncal había nacido gracias a la enorme amistad que unía al escultor con el gran tenor Julián Gayarre, roncales de nacimiento y apasionado por su pueblo al que acudía todos los veranos incluso cuando ya era un artista de fama mundial. Amistad y cariño que llevan a Benlliure a empezar el boceto de un mausoleo para el tenor cuando le llega a su estudio en Roma la noticia de la muerte Gayarre a comienzos de 1890. Mausoleo que no termina hasta 1900 y que está considerado la obra cumbre de este gran y prolífero escultor.
Llevando el mausoleo que le había encargado la familia ya terminado, en 1901 Benlliure viajó al Roncal para instalarlo en su recoleto cementerio. Y a partir de ese año y durante muchos más, siempre viajaba los veranos al Roncal para realizar labores de mantenimiento en el mausoleo y así sentir de cerca a su amigo del alma.
Benlliure, con su gran sentido artístico, supo apreciar toda la belleza estética de los paisajes del Roncal; y admiró la austeridad y plasticidad de los trajes de sus habitantes, tanto los de las autoridades del Concejo como los de los sencillos paisanos de la aldea, y el contraste entre el negro de los trajes masculinos y el rojo de los trajes femeninos.
Sorolla realizó este viaje y estancia en el Roncal del 21 al 29 de agosto de 1912 y aquí pasó ocho días de intenso trabajo; vino acompañado por dos amigos pintores y por el fotógrafo Francisco de las Heras que le inmortalizó en pleno trabajo; y que realizó una de las primeras fotografías que se conservan del mausoleo de Gayarre. Por sus fotografías y otras de la época se conoce los nombres de las personas que Sorolla inmortalizó en sus cuadros roncaleses.
Además de pintar los cuadros sobre paisajes y tipos roncaleses que se conservan en su Museo, Sorolla, hace los bocetos, apuntes y bosquejos que le permitirán terminar el lienzo sobre el Concejo del Roncal en Jaca en 1914, en cuya catedral celebró la boda de su hija mayor María.
Sorolla nos dejó detallados sus vivencias de esos días en la correspondencia que diariamente mantenía con Clotilde, su mujer. Fueron nueve cartas en las que cuenta que trabajaba mucho, que oía una misa cantada, que jugaba a la pelota con pala posiblemente en el frontón que Gayarre había regalado a sus paisanos, o que había admirado los trajes de las roncalesas cuando bailaban la jota.
Pero igual que pensaba mi mujer, que era sobrina bisnieta de Gayarre, pienso que en Sorolla debió influir también la estrecha amistad que tanto él como Benlliure mantenían con la familia del tenor a través del común amigo de ambos y casado con la sobrina de Gayarre, José Joaquín Herrero.
En efecto, en el reducido mundo artístico del Madrid de la segunda mitad del siglo XIX y comienzos del siglo XX vivían y se relacionaban mucho entre sí tres valencianos muy presentes en ese mundo del arte de la capital: Sorolla, Benlliure y José Joaquín Herrero. Además de paisanos, los tres eran de edades muy similares y los tres habían venido a Madrid desde Valencia para desarrollar sus carreras artísticas.
La gran amistad que siempre unió a Sorolla con Benlliure es sobradamente conocida; sobre ella realizó una exposición el Museo Sorolla de Madrid. Pero muy importante, aunque menos conocida, fue también la amistad de los dos artistas con el tercer valenciano, José Joaquín Herrero.
José Joaquín compartió pensión en Madrid con Benlliure el año 1892, cuando los dos eran treintañeros. También tuvo una gran amistad con Sorolla, del que escribió que era “maestro de maestros”. Sorolla pintó dos retratos de José Joaquín; el primero en 1891 cuando el pintor tenía 28 años y José Joaquín 31; se conserva en el Kemperartmuseum de Saint Louis, Misuri Estados Unidos, donde Sorolla realizó una exposición individual. El segundo retrato lo pintó en los últimos años de su vida y lo conserva la familia.
Imposible resumir en pocas líneas la larga y fecunda vida de José Joaquín Herrero, abuelo de mi mujer, personaje de una gran importancia cultural y política en los comienzos del siglo XX.
Político liberal muy cercano a Canalejas hasta el asesinato de este Presidente del Gobierno en 1912, fue diez y siete años diputado nacional y tres veces senador. Director General de Bellas Artes y Académico de número y director de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, miembro del Instituto de España y Subsecretario de Instrucción Pública dos veces. Autor de numerosas obras poéticas y teatrales, traductor de Heine, autor de ensayos sobre filosofía y pintura, ….
José Joaquín se casó con Fermina Gayarre hacia el año 1900, abuela de mi mujer; era la sobrina única y muy amada de Julián Gayarre a la que siempre trató, igual que a su hermano Valentín, como hubiera tratado a los hijos que nunca tuvo; recordemos que Julián pidió que sacaran a Fermina de la habitación donde moría “porque era muy pequeñita para ver esto” … y la niña tenía ya 21 años.
El matrimonio José Joaquín y Fermina, así como su hermano Valentín y Gabriela, la madre de ambos y cuñada que siempre cuidó de Gayarre, compartieron vivienda en la calle Zorrilla de Madrid a la espalda del Congreso donde José Joaquín era diputado.
Valentín Gayarre, que a pesar de su juventud acompañó a Julián en los últimos viajes de su vida y siempre estuvo muy cerca de él, fue también un político importante: Diputado, senador y subsecretario de la Presidencia con Canalejas; además de un hombre de negocios de gran nivel. A la muerte de Gayarre el año 1890, Valentín con el apoyo de Gregorio Garjón primo hermano de Julián, se encargó de conservar viva la memoria de su tío y de administrar el importante patrimonio que dejaba.
En especial formalizó con Benlliure el contrato para la realización del mausoleo. Durante los diez años que el escultor tardó en ejecutar e instalar en el Roncal el mausoleo, Valentín mantuvo un contacto muy estrecho con Benlliure que pasaba con frecuencia por momentos económicamente delicados, a los que acudía el hombre de negocios que era Valentín. En la familia conservamos una correspondencia muy simpática sobre esta relación de Valentín con Benlliure.
De la amistad de Sorolla y José Joaquín disfrutaban ambos en sus veraneos en San Sebastián. Sorolla alquilaba un chalet en Monte Igueldo, “Villa Sorolla”.
Fermina muere el año 1913 como consecuencia de un accidente de automóvil que sufrieron ella y su hijo Fernando en Burgui, pocos meses después de la estancia de Sorolla en el Roncal.
Es lógico pensar que el triángulo “valenciano” formado por Sorolla, Benlliure y José Joaquín Herrero, en el que se mantenía viva la memoria de Julián Gayarre con la presencia de Fermina y Valentín, tuviera una influencia decisiva para que Sorolla se animara a realizar ese viaje y a elegir el Roncal para representar a Navarra en su “Visión de España”.
El que el pintor y los amigos que le acompañaron en este viaje se hospedaran en la casa del primo y hombre de confianza de Julián, Gregorio Garjón, sin duda apoya mucho esta idea.
Francisco Moreno Bardají
Patrono de la Fundación Julián Gayarre